Seguimos con el tema padres e hijos...
"Astilla"
Por Andrea V. Arenas
Con toda su fuerza le pegó con el cinturón varias veces en el cuerpo. Sólo había gemidos, iba a quitarle la mordaza para escucharla gritar pero se arrepintió: así tendría más tiempo para “jugar” con ella.
- ¡Maldita perra holgazana!, ¡nunca quieres hacer lo que te digo! – le gritó “Chito” a la “Nena” mientras la aventaba contra la pared.
El golpe no sonó tan fuerte como quería por lo que volvió a arrojarla y esta vez agregó una patada en el estómago. Ella cayó de rodillas, atada de pies y manos no podía defenderse; sus ojitos mojados miraron a su hermano con doloroso rencor.
- ¡No me mires así, desgraciada!, ¿crees que por sólo tener seis años debo cuidarte y mimarte...?
La tomó del pelo y de un jalón la puso en pie.
- ¡Estoy harto de tener que quedarme en casa por tu culpa!, ¿por qué no entienden que tengo 12 años y quiero salir con mis amigos?
Esta vez le soltó un puñetazo en la cara.
- ¡Si al menos recogieras mi cuarto cuando te lo ordeno...!, ¡eres una inútil!, ¡de nada te sirve ser la niñita de mamá!
“Chito” se sentía eufórico, en verdad disfrutaba esa especie de ardor que le iba creciendo dentro hasta que explotaba cuando la lastimaba.
De pronto recordó algo que vio la última vez que espió a su padre en el sótano, unos días antes de que los policías se lo llevaran, y decidió imitarlo también.
Volvió a tomar a la “Nena” del pelo y la arrastró hasta el tambo que usaban para el baño cuando se quedaban sin agua.
- ¡Tú y mamá ni siquiera extrañan a papá! – vociferó antes de introducir la cabeza de la niña en el agua.
Cuando sintió que la resistencia de la “Nena” disminuía, le sacó la cabeza del tambo.
- ¡Esta vez mamá no llegará a tiempo para salvarte!, ¡dizque se va a trabajar, pero yo sé que es una cualquiera!, ¡si de verdad trabajara podría comprarme cosas y yo no tendría que robarlas!
Estrelló varias veces la cara de la “Nena” contra el depósito antes de volver a introducirla en el agua, ahora enrojecida.
Aún cuando la niña ya no se movía, él continuó pateándola hasta que oyó un aullido, el de su madre, quien se abalanzó sobre la “Nena”...
- ¡Sabía que terminarías como tu padre...! – le dijo la mujer con atormentada repulsión.
“Chito” se irguió entonces, orgulloso, y observó cómo su madre lo delataba con la Policía igual que lo había hecho antes con su papá...
- ¡Maldita perra holgazana!, ¡nunca quieres hacer lo que te digo! – le gritó “Chito” a la “Nena” mientras la aventaba contra la pared.
El golpe no sonó tan fuerte como quería por lo que volvió a arrojarla y esta vez agregó una patada en el estómago. Ella cayó de rodillas, atada de pies y manos no podía defenderse; sus ojitos mojados miraron a su hermano con doloroso rencor.
- ¡No me mires así, desgraciada!, ¿crees que por sólo tener seis años debo cuidarte y mimarte...?
La tomó del pelo y de un jalón la puso en pie.
- ¡Estoy harto de tener que quedarme en casa por tu culpa!, ¿por qué no entienden que tengo 12 años y quiero salir con mis amigos?
Esta vez le soltó un puñetazo en la cara.
- ¡Si al menos recogieras mi cuarto cuando te lo ordeno...!, ¡eres una inútil!, ¡de nada te sirve ser la niñita de mamá!
“Chito” se sentía eufórico, en verdad disfrutaba esa especie de ardor que le iba creciendo dentro hasta que explotaba cuando la lastimaba.
De pronto recordó algo que vio la última vez que espió a su padre en el sótano, unos días antes de que los policías se lo llevaran, y decidió imitarlo también.
Volvió a tomar a la “Nena” del pelo y la arrastró hasta el tambo que usaban para el baño cuando se quedaban sin agua.
- ¡Tú y mamá ni siquiera extrañan a papá! – vociferó antes de introducir la cabeza de la niña en el agua.
Cuando sintió que la resistencia de la “Nena” disminuía, le sacó la cabeza del tambo.
- ¡Esta vez mamá no llegará a tiempo para salvarte!, ¡dizque se va a trabajar, pero yo sé que es una cualquiera!, ¡si de verdad trabajara podría comprarme cosas y yo no tendría que robarlas!
Estrelló varias veces la cara de la “Nena” contra el depósito antes de volver a introducirla en el agua, ahora enrojecida.
Aún cuando la niña ya no se movía, él continuó pateándola hasta que oyó un aullido, el de su madre, quien se abalanzó sobre la “Nena”...
- ¡Sabía que terminarías como tu padre...! – le dijo la mujer con atormentada repulsión.
“Chito” se irguió entonces, orgulloso, y observó cómo su madre lo delataba con la Policía igual que lo había hecho antes con su papá...
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