Después de varios meses sin actualizar el blog, ahora lo retomo completando primero lo que faltó del curso de Lectura Analítica.
Esta sería la última entrega de los cuentos de Arturo Uslar Pietri: “El Ensalmo”.
Esta sería la última entrega de los cuentos de Arturo Uslar Pietri: “El Ensalmo”.
LA REPISA
Por Andrea V. Arenas>
En medio de la noche brutalmente interrumpida por ráfagas de luz, logro distinguir a un hombre, no sé en dónde estoy, pero sé que se llama Pedro y que es doctor.
Entre un fogonazo y otro, alguien pide ayuda. Una mujer blanca y con el pelo casi rojo está peligrosamente cerca...
Otra vez los gritos. Es el doctorcito. El relámpago ilumina de pronto y nos sorprenden unos ojos fosforescentes
Volteando de un lado a otro buscamos una explicación pero el miedo no nos deja pensar; aparece el indio Juan Luis entre la selva; la lluvia sigue cayendo; ya no veo a la mujer, pero siento su presencia.
Aliento hediondo y colmillos de tigre nos acechan; el agua me ciega; Pedrito se va, ha cambiado...
Sobresaltada me descubro en cama, temblando y empapada de sudor... de mi mano caen unas hojas enmarañadas...
Alguien me ofrece una taza humeante... reconozco a mi suegra que intenta sonreír gentilmente mientras me insiste con el brebaje...
Las hojas en el piso anuncian “El Ensalmo” y entonces recuerdo la lectura del cuento de Arturo Uslar Pietri...
Tocan a la puerta... ¡qué bendición!... mi suegra va a abrir mientras yo derramo “accidentalmente” el contenido de la taza...
No es que yo crea en ensalmos y cosas de esas, pero...
Entre un fogonazo y otro, alguien pide ayuda. Una mujer blanca y con el pelo casi rojo está peligrosamente cerca...
Otra vez los gritos. Es el doctorcito. El relámpago ilumina de pronto y nos sorprenden unos ojos fosforescentes
Volteando de un lado a otro buscamos una explicación pero el miedo no nos deja pensar; aparece el indio Juan Luis entre la selva; la lluvia sigue cayendo; ya no veo a la mujer, pero siento su presencia.
Aliento hediondo y colmillos de tigre nos acechan; el agua me ciega; Pedrito se va, ha cambiado...
Sobresaltada me descubro en cama, temblando y empapada de sudor... de mi mano caen unas hojas enmarañadas...
Alguien me ofrece una taza humeante... reconozco a mi suegra que intenta sonreír gentilmente mientras me insiste con el brebaje...
Las hojas en el piso anuncian “El Ensalmo” y entonces recuerdo la lectura del cuento de Arturo Uslar Pietri...
Tocan a la puerta... ¡qué bendición!... mi suegra va a abrir mientras yo derramo “accidentalmente” el contenido de la taza...
No es que yo crea en ensalmos y cosas de esas, pero...
2 comentarios:
Eso es todo?
No entendí nada deberían de sacar más tarde
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