jueves, 29 de enero de 2009

"DesEncuentro"

Ya entrando en la recta final del taller leímos “El árbol” de Elena Garro para ver el manejo del punto de vista en la narración y elaboramos un cuento aplicándolo.

"DesEncuentro"

Por Andrea V. Arenas


En la sala, Mariana recordaba con el corazón en vilo su rompimiento con Santiago. Fue inesperado, una tonta discusión, una promesa incumplida.

No se habían visto en años y de pronto ahora, un sorpresivo encuentro en un centro comercial. Tantos momentos, tantas emociones...

“...Dónde guardo tu azúcar, tu sal / que me ha dado y robado de pronto la paz / dónde guardo, tantos años, tantos sueños / que no fueron más allá...”

- Teníamos tantos planes Santiago – dijo Mariana en un intento de reproche – el departamento, la boda, el viaje, no merecía lo que hiciste. Buscaste un pretexto estúpido para irte...

“... Corazón si acaso pudiera ser / Corazón si vuelve lo que se fue / Corazón desciende a mi lado...”

Continuaba ella escuchando, sopesando. Aún le dolía aquella época, apenas tenía 21 años, no alcanzaba a entender lo que había pasado. Santiago era voluble; pasaron momentos difíciles que la habían hecho dudar, entonces él hacía algo que demostraba que la amaba. Y sin embargo, la había abandonado...

“... Estamos solos otra vez / o siempre como en el principio / Dame tu mano, vuela conmigo...”.

- Cuando supe que en realidad te habías ido porque estabas enfermo y podías morir, traté de entenderte, pero hubiera preferido que me lo dijeras, que me hubieras dejado tomar la decisión... – resbalaban pesadas gotas por las mejillas de Mariana...

En ese momento le surgió una pregunta ¿por qué no la había buscado antes, en cuanto se supo curado?, al parecer hacía años que no había vuelto a padecer la enfermedad, en realidad hubiera sido fácil localizarla, incluso seguía viviendo en el mismo lugar...

“... Nunca es tarde para comenzar / No tengas miedo de volver a amar...”.

- ¡Cállate ya! – gritó Mariana arrojando un cojín al radio. Bruscamente se levantó del sofá, se enjugó las lágrimas y aventó la foto de Santiago sobre la mesa. Había decidido que al día siguiente no asistiría a la cita que había concertado con él.

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